CONCURSO DESIERTO DE RADIO FM EN VALENCIA: ¿OPORTUNISMO O CONVENIENCIA?

Desde hace 4 años vienen incrementándose las decisiones judiciales que anulan la adjudicación de concursos públicos de licencias audiovisuales por graves defectos detectados en la tramitación de los procesos.

De este modo, los aforismos coloquiales “está todo dado” o “una vez que han repartido las licencias ya no se van a echar atrás” han pasado a la historia, por las sentencias que declaran la ilegalidad de las adjudicaciones y la retroacción de las actuaciones al momento anterior de la conducta irregular detectada.

En Valencia, la Generalitat ha declarado desierto el concurso de licencias de radio FM por los motivos jurídicamente tasados y determinados en sus canales oficiales de comunicación. A saber, notificaciones a los interesados y publicaciones en los boletines oficiales, como es el caso del DOCV. De este modo, se cumplen los deberes de hacer públicas las razones que impulsan a una administración a tomar un camino u otro en sus actuaciones.

Hablar de otros motivos distintos a los formalmente esgrimidos supone arriesgarse a entrar en el universo de la especulación y la rumorología.
Por eso un buen ejercicio de la libertad de información veraz es ceñirse a la rigurosidad de los contenidos de las resoluciones oficiales, como son las causas de declarar desierto el concurso público de licencias de radio FM en la comunidad valenciana. Lo contrario puede conllevar a serias repercusiones legales.

Sin embargo, desde mediados de septiembre de este año acudimos a varias noticias, al menos 2 (una eliminada en los últimos 2 días), consistentes en reivindicar la existencia de irregularidades en la tramitación del proceso por contener ofertas técnicas con una presunta autoría fingida. La denuncia de tales irregularidades proviene de una consultora radicada en Barcelona, según señalan fuentes periodísticas.

En especial llama la atención el contenido de sus últimas notas de prensa. Destaca cómo se pone empeño en sacar a la luz pública una investigación cuyo archivo ha sido solicitado por algunos de los participantes en un concurso que hoy día carece de eficacia.

Pero en lo que hay que poner atención es en los hechos que desde su web describen dando a entender (sin afirmarlo expresamente) que una investigación judicial por suplantación de firmas de su empleada ha sido una causa determinante para la decisión de declarar desierto el concurso.

Nada que ver con la realidad, ya que la normativa aplicable al respecto es clara: cuando una oferta tiene defectos insubsanables o graves incoherencias, o incluso, hace afirmaciones que no coinciden con la verdad, como una falsedad, se decreta su exclusión. Sin que el concurso se vea afectado por ello. Esta es la máxima sanción que puede tener un licitador, la pérdida de sus opciones a estar presente en el reparto de las licencias.

Sin embargo, la noticia salta convenientemente ahora apuntando hacia una empresa concreta que parece ser, según fuentes periodísticas, competencia directa de la consultora de Barcelona:  (i) a pesar de ser declarado desierto el concurso; (ii) a pesar de haberse iniciado la investigación en febrero de 2011; y (iii) a pesar de haberse solicitado el archivo de la investigación recientemente.
Resulta curioso que se haga pública la denuncia 7 meses después de acontecer el hecho noticiable y justo ahora que se inician las campañas por estas empresas para la captación de clientes.

En la justicia cuando las pruebas no son claras, se suele acudir al criterio de a quién beneficia o perjudica una determinada acción. Y con este análisis se ayuda a esclarecer los hechos controvertidos.
Lo que debe hacer reflexionar al lector es ¿a quien beneficia esta repentina forma de denunciar irregularidades con oportunas publicaciones? Además, justo después de (i) declararse un concurso desierto y (ii) ser público y notorio por el sector radiofónico valenciano (más de 400 emisoras) que se abrirá una nueva convocatoria de licencias de radio.
Qué duda cabe que la finalidad de las empresas que concurren en un escenario concreto es conseguir el máximo porcentaje de cuota de mercado posible. Pero siempre bajo el manto de la legalidad vigente.
En los tiempos de coyuntura económica que corren, el ingenio se agudiza más para la maximización de resultados contables. Pero no a costa de cercenar reputaciones. Y se dice reputaciones porque cuando una empresa obtiene un cliente a costa de difamar a otra directamente o por medio de terceros, el perjuicio que pretende causar se lo hace a sí misma. No es lo mismo comprar Coca Cola porque es la mejor, que comprar Coca Cola porque me han dicho que la Pepsi es peor

No es lo mismo convencer a un consumidor para comprar un producto porque es el mejor, que comprarlo porque me ha convencido que el de al lado es peor.
La satisfacción del consumidor es diferente porque la decisión no es pura ni espontanea. Queda condicionada por no contrastar debidamente las distintas opciones comerciales, ya que descartó  “lo que me han dicho que no es bueno”.
Esto se entenderá mejor por las emisoras de radio en el mercado de venta de cuñas publicitarias, al padecer ciertas estrategias dignas de ser calificadas de desleales por los Tribunales de Justicia.

Tras duras batallas legales y comerciales al final siempre se llega a la conclusión de que las guerras siempre se pierden y que la mejor pelea es la que no se tiene. 


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