Quiero borrar mis datos de Internet ¿puedo?

Pensemos en aquella foto fea y ridícula de Ud. que alguien colgó en Facebook. Aquella en la que sale feo, dormido, borracho o en una situación ridícula o comprometida. Ud. quiere borrarla, que nadie la vea. Pero el que la colgó no va a retirarla ¿Podemos pedirle al Sr. Facebook que quite la foto? O imaginemos la foto de un menor, del que queremos preservar su intimidad. ¿Podemos pedir la supresión de su imagen de una web? ¿O qué, por lo menos, se pixelice su rostro, como sucede con la fotos de los hijos de algunos personajes famosos?

Cuando nos encontramos con nuestros datos personales colgados en una web sin nuestro consentimiento, debemos dirigirnos, como primera actuación, al responsable del contenido o del sitio. Tenemos derecho a solicitarle el borrado. Sólo cuando no obtenemos respuesta, podemos recabar el auxilio de la Agencia Española de Protección de Datos. Otra cosa es que existan razones de imperativo legal que no permitan el borrado, como sucede con ciertos datos publicados en boletines oficiales. Es el caso, por ejemplo, del subdirector de colegio, al que, si buscabas su nombre en Google, aparecía una multa que le impusieron hace años por hacer sus necesidades en la vía pública publicada en un Boletín Oficial. Google, al ser requerido para excluir su nombre de las búsquedas, alegó que, si bien ellos podían excluir temporalmente el nombre, no pasaría mucho tiempo que los robots volvieran a encontrar de nuevo el contenido y volvieran a indexarlo. Afortunadamente, al final, el subdirector encauzó su petición al Boletín Oficial, el cual accedió, no sin ciertas reticencias legales, a retirar la información personal.

El derecho a la protección de datos personales es un derecho fundamental que debe poder ejercerse en cualquier ámbito y circunstancia. Tenemos “derecho al borrado” y “derecho al olvido”, es decir, a que internet se olvide de nosotros. Si no fuera así, estaríamos aceptando que nuestra privacidad pudiera quedar expuesta ante todo el planeta, en contra de nuestra voluntad.
 
Autor: Severi Viyolas

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